“La vida es aquello que te pasa mientras tú te empeñas en hacer otros planes” decía John Lennon. Y ciertamente la vida parece, por momentos, algo predefinido y común de lo que intentamos separarnos una y otra vez sin éxito.
Da un poco de risa en ocasiones, pero la realidad es la que es. Conforme te haces mayor te vas pareciendo más a tu madre o a esas mujeres sabias que te rodeaban cuando eras adolescente. Aquellas de las que incluso renegabas. “Yo nunca seré así” decías, “yo nunca haré eso” pensabas.
Cuando echas la vista atrás te das cuenta de que has hecho chek en casi cada una de las casillas de los tópicos de la vida de una mujer. Oh yes baby, you nail it!
La realidad te sacude una y otra vez a partir de los 35 años más o menos, si no lo ha hecho antes. Y puedes ver en tu vida misma, o en la de las amigas que te rodean, ejemplos de carne y hueso de que hay cosas por las que casi todas vamos a pasar en algún momento.
Una de esas casillas obligadas es redescubrir nuestro cuerpo a partir de los 40 más o menos. Nuestro metabolismo ha cambiado, nuestras curvas no son las que eran, nuestras carnes responden diferente. ¿Qué está pasando?
Y ahora es cuando vuelve tu yo de 20 años que juraba que nunca iba a pasar por el taller. ¿Qué le dices ahora?.
Cada vez son más las amigas que se operan de los pechos, que acuden a clínicas de cirugía estética para arreglar cosas, mujeres que se preocupan por su aspecto físico. Pero no lo hacen por los demás, sino por ellas mismas.
Hay algo frívolo pero a la vez tierno en todo esto. Personas que necesitan volver a conectar con sus cuerpos como antes lo hacían, mujeres que reconocen no verse capaces de salvar ciertos escollos con los cánones de belleza y deciden ponerle solución plástica.
Está bien, es correcto, es lícito, es entendible. No nos echemos las manos a la cabeza, es normal. Los tiempos cambian y nos damos cuenta de que hay cosas más importantes de las que preocuparse.
Si, hay otras cosas de las que preocuparse, las dificultades de la vida, las que no se pueden arreglar en ninguna camilla.
El otro día leí un testimonio de una mujer que no quiso hacerse una reconstrucción de pecho tras una masectomía, y gracias a esa decisión creó una marca de lencería especial para personas como ella, con solo una mama.
Su punto de vista sobre lo que era la feminidad era todo un speech sobre cómo sentirte sexy en tu propio cuerpo, pase lo que haya pasado. Pero no todo el mundo es esta chica ¿verdad?. Aplaudimos su valentía y su mirada adulta ante el problema, pero también respetamos a las demás mujeres que deciden elegir otras opciones.
Soy fiel creyente de que la vida encamina a las mujeres hacia la unión. Conforme maduramos las mujeres nos vamos dando cuenta de que luchar entre nosotras no tiene sentido. Respetar las decisiones de nuestras compañeras, empatizar con ellas y entenderlas es lo que nos da sabiduría.
Y esa sabiduría es la que trasladamos a las nuevas generaciones, teniendo siempre en cuenta el factor de que a los 15 y 20 años ninguna chica nos va a hacer verdadero caso, ¿verdad?.
Gracias por leernos.
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