Nuestra mente en el fuego y nuestro corazón con ellos

Cuando imaginamos o miramos el horizonte, en él siempre observamos un camino lleno de árboles, una tranquila montaña en la que el aspecto frondoso queda como una alfombra verde -donde si pudiésemos nos tumbaríamos-, un paisaje tranquilo que nos invita a respirar y comenzar a caminar de nuevo.... Pero de repente despiertas, y todo eso que en tu imaginación parece un auténtico paraíso se esfuma para dar paso a una terrible y desconsiderada realidad.

Hace ya unas semanas que, tras planear un bonito día “dominguero” entre amigos, terminamos rodeando parte del interior de la provincia de Alicante por la Sierra de Mariola, sorprendiéndonos del gran tesoro paisajístico que teníamos tan próximo -y que sin embargo no muchos conocíamos-. Ahora bien, durante la ruta también te dejaba sin palabras el ver las bonitas montañas llenas de árboles verdes haciendo linde con zonas negras y descuidadas que fueron devastadas por el fuego en algún momento.

Al llegar las altas temperatura todas las alarmas se desatan, sin llegar en ningún caso a pensar que la cosa pueda llegar a irse de las manos. Lo triste es que a veces es la mano del hombre la que genera esa pequeña llama que deriva en una dantesca escena. Aún así vemos las bonitas montañas que tenemos a nuestro alrededor y nunca pensamos que ese bien inmaterial que nos rodea pueda llegar a desaparecer o a quedar en el olvido con una gran sombra sobre él.

Galicia, Asturias o Valencia, son muchas de las comunidades más castigadas por el fuego, que se convierte en incontrolable por las altas temperaturas. También por el fuego inconsciente de algunas personas que no saben ver ese paisaje hermoso y deciden hacer un daño profundo a nuestros bosques, a nuestros árboles... Esos árboles que solamente con mirarlos nos alientan a seguir a delante y a respirar profundamente. Es en este último caso cuando la indignación nos invade, cuando nos revelamos contra la realidad, y cuando debemos de ser todos uno para denunciar al unísono esta triste realidad provocada por algún insensato o insensata, si es que éste es el adjetivo que mejor pueda definir a esta persona.

Por la cercanía que nos supone, no queremos olvidarnos de Xávia, Benitatxell, La Nucia o Callosa d´en Sarrià, esos bonitos rincones de la provincia de Alicante en el que aún sopla el viento para avivar las llamas, y donde cientos de personas están trabajando de forma constante para conseguir controlar y apagar el fuego.

Nuestra mente está en el fuego y nuestros corazones con ellos. Nuestros pensamientos van directos a toda esa tierra que poco a poco se está calcinando, dejándonos senderos de oscuridad.

Nuestro palpitar va directamente a ellos, a todas las personas que se ven alejadas de sus hogares por causas totalmente ajenas a su voluntad, viendo con sus ojos desconcertados como el fuego acaba con una parte fundamental de sus vidas, sabiendo que aunque las llamas cesen ya nada volverá a ser como antes.