Con todo lo que está pasando, con las incertidumbres que se nos plantean cada día a todos, con este encierro forzado que nos tensiona y enclaustra, hay una lectura que me está ayudando mucho. Se trata de "Deep Listening" de Jillian Pransky. Trata sobre la experiencia personal de una profesora de yoga y mindfulness que comenta técnicas de diversa índole para calmar la mente y el cuerpo, y abrir el corazón.
De entre todas las técnicas de mindfulness y yoga que la autora explica, hay una que me tocó bien adentro y me hizo conectar con el proceso que estamos viviendo toda la humanidad. Esa práctica fue la de "Déjate sostener", mi traducción personal de "Let yourself land".
Somos seres del hacer, del ir y del venir. Somos una sociedad de metas y logros, de caminos rápidos y vías cortas. Somos humanos vendidos al placer inmediato. Esta actitud nos ha llevado al individualismo, a la competición y la comparación. Y este camino que hemos recorrido en solitario nos ha hecho inconscientemente separarnos de nuestro sostén natural: la tierra.
Y así, con nuestra mente "multitask" yendo al pasado y al futuro, con nuestros intentos de encajar en los modelos de otros y nuestras ansias por "estar al día" y "estar a la altura". No dejamos reposar nuestro cuerpo en tierra y sentir que algo más grande que nosotros nos sostiene.
Incluso caemos en la trampa de la espiritualidad, y queriendo conseguir ese sosiego, esa calma y ese sentir que estamos centrados y equilibrados, nos forzamos a situaciones frustrantes que añaden más estrés a nuestro día a día.
Y puede pensar el lector que "sentirse sostenido" es un ejercicio cerebral que consigues una vez tienes un estado mental sosegado y centrado, calmado. La realidad es que puedes sentir ese sostén empezando por el cuerpo. Sintiendo realmente cómo es eso de que la tierra nos sostiene.
Conforme nos hacemos mayores, olvidamos la relación con la tierra, con el suelo, con la gravedad. Nos cargamos a la espalda todo y tiramos hacia delante, sosteniendo lo insostenible, aguantando la respiración, no dejándonos en ningún momento.
Y así puedes sentir que cuando estás de pie tienes los hombros tensionados, que cuando estás sentado tienes la espalda o el psoas tensionado, que cuando estás durmiendo tienes el cuello tensionado... Estás aguantando. No te estás dejando sostener.
Aquí enlazo esta maravillosa visión de Jillian con lo que nos está pasando en estos momentos, y cómo este punto de vista o este ejercicio nos puede ayudar.
Dejémonos sostener por la tierra, por el suelo. Relajemos por un instante los músculos y seamos conscientes de que estamos sostenidos, apoyados. Liberemos el miedo, el control y el auto sostén. Dejemos que la tierra y el suelo hagan su trabajo. Que la gravedad se lleve las tensiones.
Os traduzco la práctica a continuación por si os apetece hacerla en casa estos días, cuando la tensión sube y el miedo nos tensa, evitando que nos dejemos sostener.
Túmbate en el suelo en una postura que a ti te resulte cómoda.
Deja viajar tu mente por todo el cuerpo, recorriendo cada parte y notando donde tu cuerpo se encuentra con la tierra, con el suelo.
En cada expiración deja que tu cuerpo baje un poco más hacia el suelo. Se deje llevar por él.
Deja que la tierra te sostenga.
No hay necesidad de aguantar o apretar o tensionar.
No hay necesidad de elevar tu cuerpo hacia ningún sistio.
Deja que tu cuerpo aterrice en la tierra.
Deja que tu respiración llene tu cuerpo.
El suelo te sostiene, así que la respiración puede llenarte.
Siente cómo la tierra te sostiene.
Deja tu cuerpo aterrizar completamente.
Nada que hacer, nada que conseguir.
Ya estás, ya eres.
No hay que hacer más trabajo.
Nota cómo te sientes.
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