Personalmente siempre he tenido vista de lince. Me acuerdo cuando mi hermana y yo jugábamos a leer los carteles de la calle, los más lejano, para alardear de vista de lince. Lo hacíamos de pequeñas y nos reíamos. Yo siempre lo asocié a comer zanahorias, ¿no dicen que las zanahorias mejoran la vista?. ¡Qué recuerdos!.
Tras la adolescencia mi hermana se quedó miope y se puso gafas. Yo seguía presumiendo de mi vista de lince, pero ya menos. Porque me encantaban las gafas de vista y siempre he querido unas. Paradojas de la vida o de la vista.
Sí que es cierto que conforme me hago mayor creo que veo peor. Me canso leyendo pantallas y los libros con letra pequeña me cuestan. Antes ponía la letra más pequeña en la configuración del móvil y ahora ya no puedo dejarlo así porque cuando ando me cuesta leer. Y sí, soy capaz de leer andando.
Es por ello que hace poco que fui a mi Óptica de confianza y me hice una revisión. Casi cruzaba los dedos para que me dijese que necesitaba gafas. Hay monturas tan bonitas ahora ¿verdad?. El especialista me dijo que con ya 35 años entraba en la franja de necesitar gafas, y más trabajando tanto con ordenadores y siendo tan lectora. Se puso a revisarme, a sacarme pantalitas con letras y números, y pantallitas y pantallitas... Y yo iba respondiendo a todo, leyendo las líneas más pequeñas de las proyecciones.
Y así fue el veredicto final, tienes algo de astigmatismo y un mínimo de miopía, pero no necesitas gafas. ¡Oh! ¡me mató!. Yo quería llevar monturas modernas, actuales, doradas o de pasta... Quería gafas de vista. Decepción total.
Para quitarme el gusanillo no me quedó otra que comprarme unas gafas de sol polarizadas. ¡Qué le vamos a hacer!. Eso sí, chulas, actuales, versátiles y muy cañeras, para quitarme bien el mal sabor de boca de mi fracaso-éxito.
Al lado de un stand que anunciaba lentillas de hidrogel de silicona que tenían una pinta genial, encontré una selección de monturas con tonos naturales y orgánicos que me enamoraron. Monturas de pasta transparente o colores nude que aportan un toque femenino muy exquisito y delicado.
Después vi opciones de monturas metálicas doradas, un color que me encanta. Desde hace meses que se está considerando la mejor opción para aquellas y aquellos a los que le van los tonos cálidos en la piel. Además están estas que recuerdan a las gafas de los pilotos, las gafas de aviador que se dicen.
Luego tuve un flechazo con unas monturas cat-eye y estampado tigresco. Pero por favor, ¿por qué no puedo ponerme gafas?. Respira, siempre te queda la opción de comprar monturas sin cristales.
Pero definitivamente me quedaría con unas gafas de vista con montura setentera. Me encantan. Me parecen lo más. Ese toque tan femenino, tan vintage, tan remember que dice mucho más, que aporta tanto. Además las hay de diversos colores y estampados.
Ay, sí. Quiero llevar gafas, pero mientras tanto me conformo con contaros mis penas mientras os narro sutilmente las tendencias de monturas de vista de esta primavera 2019. Disfrutadlas aquellas que podáis.
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